Antonio TENORIO ADAME
DOMINGO 27 DE AGOSTO… Andrés Manuel López Obrador rinde su V Informe de Gobierno el próximo viernes, como lo determina el texto constitucional.
Arriba el presidente al último peldaño de su administración, cubierto en el anticlimax de una precampaña adelantada donde se especula con entusiasmo la “llegada del nuevo mesías”.
LAS DEMANDAS DE LAS MINORÍAS
Durante los gobiernos anteriores, desde Guadalupe Victoria (1824) hasta Vicente Fox (2001), el acto más trascendente del Gobierno era la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, donde el Presidente debía presentarse a rendir un informe por escrito.
La ceremonia tenia por objeto la pleitesía que el gobernante debía rendir a la soberanía de la Nación depositada en el Congreso y no la exaltación al poder de su persona, como se manifestaba por la clase política en lo que derivó llamándolo “el Día del presidente”.
El predominio de la Presidencia sobre los otros poderes comenzó a desmoronarse a partir de la LVII Legislatura, 1997, cuando el PRI perdió la mayoría absoluta del Congreso y tuvo que gobernar con gobiernos compartidos.Un indicador del debilitamiento del Presidente se registra con la
reducción de su capacidad de legislar, como lo demuestra el hecho que en
tiempos de esplendor el 98 por ciento de sus iniciativas era aprobado en el Congreso, mientras en los últimos tiempos se redujo a alrededor del 20 por ciento.
En la presente LXV Legislatura, el Presidente ha reformado 58 artículos de la Constitución, pero no logró la aceptación de las reformadas emblemáticas de su régimen, como fue el rechazo a la reforma energética, la vinculación de la Guardia Nacional al Ejército, y la reforma al INE:
En este periodo legislativo se prepara enviar 8 iniciativas que seguramente protege con las políticas de bienestar con objeto de ganar el voto opositor, como se refiere a elevar a rango constitucional el otorgar becas a minusválidos, donde no existe alguien capaz de rechazar.
EL PODER DE LAS MAYORÍAS
A pesar de los desafíos del Presidente de someter o confrontar, a los otros poderes como sucede con la actual Legislatura para “no cambiar ni una coma”, o bien con el Poder Judicial al denunciar sus corrupciones, el sistema presidencial se debilita desde dentro y desde fuera.
PRIMER CASO: El propio Gobierno de Andrés Manuel ha cambiado las formas de gobernar al privilegiar la tarea del Jefe de Gobierno sobre las de Jefe de la Nación; es conocida su expresión: “la mejor politica exterior es la interior” , tal como se evidenció en los hechos.
Además en las tareas cotidianas resalta la “mañanera” como eje roto de la política de comunicación, un fenómeno que no sólo concentra la información gubernamental sino que impacta la comunicación social al promover selectivamente la propaganda sobre la información.
Desde fuera, el Presidencialismo se debilita como forma de gobierno paulatinamente por experiencias comportarías en otras latitudes.
SEGUNDO CASO: el experto académico Diego Valdés en su libro de “La parlamentarización de los sistemas presidenciales” da cuenta de un análisis compatible de 16 congresos en examen analógico del voto de confianza y de 23 parlamentos en el análisis del procedimiento de preguntas, interpelación, y moción de censura.
“Uno de los propósitos de la obra es examinar la gobernabilidad de los sistemas presidenciales, a la vez presentar un esquema sintetizado con las múltiples variantes de los controles parlamentarios en los sistemas presidenciales, donde se advierte la riqueza de las opciones y los matices que estos controles alcanzan en los sistemas presidenciales”.
“El objetivo del estudio es mostrar que las instituciones parlamentarias de responsabilidad y de control político han sido objeto de una rápida adopción por parte de los sistemas presidenciales que procuran consolidarse a través del constitucionalismo democrático contemporáneo”.
En México se ha aplicado ya el procedimiento de la pregunta parlamentaria, que se ha instrumentado ante la caída del interés por la sesión solemne del Informe presidencial.
El innovador recurso ha sido instrumentado en torno a la Glosa del Informe, donde incluso se cuenta con la presencia de Secretarios de
Estado; el resultado es no sólo de indiferencia sino que aún de desdén por
parte del Ejecutivo, quien no aprecia la alternancia a reavivar la existencia
del Congreso mexicano, a fin de lograr un nivel de mejor calidad.
En contraparte, los congresistas sienten la falta de vinculación de responsabilidad por parte de los Secretarios de ramo, quienes sienten la impunidad por la protección que le otorga el Ejecutivo ,siendo que
el sistema de refrendo es muestra que si el Presidente no es responsable porque
la Constitución asi lo dispone, el Secretario del ramo si lo es. (José
Barragán).
TERCER CASO del debilitamiento del Presidencialismo es obra
del constitucionalista Manuel González Oropeza, quien es demoledor en advertir la caída irremisible del sistema presidencial, como muestra lo siguiente relato:
“Se debe despojar a la figura presidencial de toda la retórica literaria y solemne.
La toma de protesta no debe estar más que para una efemérides, cada
período nuevo, sin vanagloria, de preferencia cada cuatro años, o en un período menor. Un Presidente no es un Héroe de nuestra historia y sólo debe recordársele por su legado institucional.
En consecuencia, se indica que el cambio es inminente y la transformación del
sistema debe ser verdaderamente republicana, con un jefe de Estado y un jefe de
gobierno, como lo propusieron Froilán Manjarrez y más cincuenta diputados entre 1917 y 1921 en nuestro país en los Congresos mexicanos. El modelo americano,
del cual tomamos el presidencialismo que padecemos ha fracasado
rotundamente, con el patético capítulo de Donald Trump protagonizado
recientemente y el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Todo el poderío que ha tomado la institución presidencial se desprende no de la Constitución, sino de la interpretación constitucional que la Suprema Corte de Estados Unidos ha realizado a favor del Presidente”.
DECRETO CONSTITUCIONAL
El demoledor texto de González Oropeza da cuenta de la decadencia de un sistema presidencial que en México se percibe muy fuerte, como resultado de su ejecución excesivamente individual, más no porque sus signos vitales históricos lo determinen.
En el futuro cercano es posible que la sucesión presidencial se dispute entre dos mujeres, con riesgo que la confrontación de ideas y programas se descarrile, o al menos quede
marcada por teorías y valores de una lucha “Inter generó” y no por la crisis humanitaria que padece el país, enmarcada en primer termino por “guerra hibrida” de grupos armados a favor de interés ajenos a la nación.
El Presidencialismo tricolor ha de ser reformado para entrar a examinar y resolver los problemas de la crisis humanitaria del país.